sábado, 20 de mayo de 2017

Presentación





¡Hola  y Bienvenidos a mi blog, amigos y  colegas del mundo! 

Mi nombre es Carlos Manuel Puyalena Croffet,  soy de Cuba, y he abierto este espacio para ayudar, aclarar dudas,  orientar  y encaminar a todo aquel interesado en el campo de la cerámica,  además de compartir opiniones con otros colegas dedicados por entero a este noble oficio.

Pertenezco a una familia de fuerte tradición en la cerámica,  desde mi bisabuelo,  hasta mi padre,  todos dentro,  incluyendo mis tíos.




Laurent Puyalena Harrichuri



Todo comenzó con el arribo a Cuba de Laurent Puyalena Harrichuri (mi bisabuelo), el cual al llegar de polizón en un barco, alrededor del 1870,  procedente de los Bajos Pirineos (Países Vascos), se colocó como jornalero en el taller "Bregolat", primera industria de la alfarería en Cuba, en el cual aprendió rápidamente el oficio de alfarero y adquirió con el tiempo una amplia experiencia.



Manuel Amelio Puyalena




Muchos años después, en la década del 40, mi abuelo  Manuel Amelio Puyalena (El Chino), decide levantar su taller con el fin de lograr realizar su sueño; "hacer un espacio para producir todo tipo de piezas de barro".  Esta idea la va madurando mientras trabaja en varios de los talleres de la comarca, aprendiendo así el mismo oficio heredado por su padre.  En el taller de Amelio, llamado "Cerámica Esther" en honor a su hija pequeña (mitía), laboraba toda la familia: hermanos, sobrinos, tíos de hijos; todos en función de lograr hacer una amplia línea de producción.  Se hacían nacimientos completos para las Navidades, jarras para cerveza, botellas, lámparas, búcaros, macetas, porrones, freíderas, cazuelas, e incluso ladrillos huecos, celosías, tubos y losetas de azotea.  Todo esto era posible gracias al amplio conocimiento y destreza que logró acumular Amelio, pues toda su vida, comió, bebió e incluso respiró cerámica desde pequeño.
La frase preferida de El Chino era: "se aprende mirando"


Muy conocido por todos los ceramistas de la época, e incluso décadas después, "El Chino" es recordado por su habilidad en el torno alfarero, sus tinajones, a los cuales les daba una forma única y su capacidad para levantar piezas enormes,  las que pocas veces ensamblaba.

Después mi padre,  desde mi niñez,  fue sembrando en mi la semillita de la cerámica,  hasta que cierto día, al ver como salían las piezas con ciertos defectos,  me decidí a estudiarla con el firme objetivo de tratar de minimizarlos, adentrándome así en lo que sería mi actual forma de ganarme la vida, laborando día a día junto a mi esposa e hijos, manteniendo viva la tradición.




Con mi padre,  en una Bienal, con uno de mis primeros conjuntos,
(decoraba al estilo de mayólica medieval mediterránea)




En mi taller







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